Panchimalco: Territorio de memoria viva y luchas silenciadas

Distrito de Panchimalco

Ubicado al sur del departamento de San Salvador, el distrito de Panchimalco es un territorio cargado de historia, resistencia y memoria indígena. Con calles empedradas, tradición artesanal y un arraigo profundo en la identidad náhuat-pipil, este distrito representa una de
las últimas reservas culturales vivas en el país. Sin embargo, bajo esa riqueza cultural también se esconden realidades marcadas por la pobreza, la exclusión y una violencia estructural que afecta de forma particular a las mujeres y niñas del territorio.

Un perfil poblacional en desigualdad

Con una población que  supera los 44,000 habitantes, Panchimalco presenta una mayoría femenina, siguiendo la tendencia nacional de 92 hombres por cada 100 mujeres (DIGESTYC, 2024). La distribución etaria revela un predominio de personas jóvenes y adultas, muchas de las cuales viven en caseríos y comunidades donde el acceso a servicios básicos continúa siendo limitado.

La economía familiar depende, en gran parte, del trabajo informal. Las mujeres se dedican principalmente al comercio ambulante, el servicio doméstico o actividades agrícolas de subsistencia. Esta realidad se entrelaza con una carga histórica de trabajo de cuidados no remunerado, que recae de manera abrumadora sobre ellas, sin corresponsabilidad del Estado ni reconocimiento social.

El acceso al agua potable sigue siendo una deuda histórica. Según datos locales, más del 80 % de la población se abastece por medio de pozos o pipas, y en muchas comunidades son los niños y las mujeres quienes deben caminar largos tramos para acarrearla, en jornadas extenuantes que exponen su integridad y limitan su derecho a la educación, el descanso y la seguridad (Diario El Mundo, 2024).

En este contexto de precariedad, la violencia contra las mujeres se manifiesta en múltiples formas: física, psicológica, sexual, económica y laboral. La lejanía de servicios especializados, sumada a la desconfianza hacia las instituciones, genera un patrón de subregistro y silencio, en el que muchas mujeres prefieren callar por miedo o por falta de opciones.

 

Entre junio de 2023 y mayo de 2024, El Salvador registró más de 20,950 casos de violencia contra mujeres, lo que representa un aumento del 15 % respecto al año anterior (La Prensa Gráfica, 2024). Los casos de violencia sexual llegaron a casi 9,000, y los feminicidios ascendieron a 130, la mayoría cometidos por parejas o exparejas. Sin embargo, solo el5.5 % de estos delitos terminó en una condena, lo que refleja la persistente impunidad que rodea estos crímenes.

En este entorno complejo, Mujeres Transformando ha estado presente acompañando los procesos de organización de mujeres trabajadoras, especialmente aquellas que enfrentan condiciones laborales precarias o de informalidad. A través de formaciones feministas, acompañamiento psicosocial y trabajo territorial, la organización ha contribuido a que muchas mujeres reconozcan la violencia como una injusticia y no como un destino inevitable.

 

Se han impulsado también espacios de diálogo, redes de apoyo comunitarias y ejercicios de diagnóstico participativo para identificar riesgos territoriales y barreras estructurales que impiden el acceso a la justicia y a servicios esenciales.

Las mujeres de Panchimalco no callan, resisten. Pero la lucha se vuelve cuesta arriba sin el respaldo institucional necesario. Entre los principales desafíos que persisten, se encuentran:

  • La ausencia de servicios especializados para mujeres víctimas de violencia, como casas de acogida, defensorías o unidades de atención integral.
  • La falta de transporte accesible y seguro para movilizarse a zonas urbanas donde puedan recibir apoyo.
  • La invisibilización del trabajo doméstico y de cuidados, que agota física y emocionalmente a las mujeres, sin descanso ni retribución.
  • La necesidad de autonomía económica, como vía para salir de relaciones violentas o contextos de dependencia.

Panchimalco es un territorio de contrastes, donde la cultura resiste, pero las desigualdades persisten. Visibilizar la situación de las mujeres en este distrito es una apuesta por el reconocimiento, la dignidad y la urgencia de transformar las condiciones de vida de quienes, a diario, sostienen a la comunidad sobre sus espaldas.

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