La violencia vicaria, una forma extrema de violencia de género
La violencia vicaria constituye una de las expresiones más graves y devastadoras de la violencia de género. Se ejerce cuando el agresor utiliza a hijas, hijos, mascotas u otras personas significativas para causar dolor, manipular o castigar a la mujer. En la mayoría de los casos, surge en contextos de relaciones de pareja o expareja y se convierte en un mecanismo de control que perpetúa el ciclo de violencia.
En estas situaciones, niñas y niños dejan de ser vistos como sujetos de derechos para convertirse en instrumentos de agresión. El agresor busca herir a la mujer en lo más profundo: aquello que ama y protege. Esto genera un impacto emocional y psicológico severo, tanto en las mujeres como en sus hijas e hijos, quienes resultan doblemente victimizados: por la violencia que padecen directamente y por el dolor que observan en su madre.
La dimensión del problema
Según datos de la ONU Mujeres, en América Latina, entre un 60 % y 70 % de las mujeres que han denunciado violencia de pareja reportan también afectaciones directas a sus hijas e hijos.
En España, país pionero en el reconocimiento legal de la violencia vicaria, se contabilizan más de 50 asesinatos de niñas y niños desde 2013 a manos de sus padres como forma de venganza contra la madre (Ministerio de Igualdad, 2023).
En la región centroamericana, diversos informes de observatorios de violencia han documentado cómo la retención indebida de hijos e hijas, las amenazas de quitar la custodia y el maltrato a mascotas son prácticas recurrentes utilizadas por agresores para mantener el control.
Estos datos evidencian que la violencia vicaria no es un hecho aislado ni un daño colateral: es un factor de riesgo de altísima peligrosidad que puede derivar en una escalada de violencia letal, llegando incluso al asesinato de niñas, niños o de la misma mujer.
Un riesgo que debe encender alertas
La violencia vicaria debe ser entendida como una señal crítica de alerta en los sistemas de protección y justicia. Su aparición refleja la intencionalidad extrema del agresor de mantener poder y control a cualquier costo. Por ello, requiere respuestas inmediatas y coordinadas que prioricen la seguridad integral de mujeres, niñas y niños.
Consecuencias en la niñez y en la vida de las mujeres
Además de afectar la seguridad y la vida de las mujeres, la violencia vicaria deja huellas profundas en la niñez: trauma, miedo, ansiedad, depresión y pérdida de confianza en el entorno familiar y comunitario. Sus consecuencias pueden perdurar en el tiempo, impactando su desarrollo y su proyecto de vida.
Una tarea colectiva
Reconocer, nombrar y visibilizar la violencia vicaria es un paso indispensable para comprender la magnitud de las agresiones que enfrentan las mujeres y para diseñar respuestas integrales de prevención, atención y sanción. Proteger a mujeres, niñas y niños frente a esta forma de violencia no solo implica garantizar su seguridad inmediata, sino también defender su derecho a una vida libre de violencia y a un futuro con dignidad y bienestar.